Cerré la puerta suavemente, y observé la habitación que descansa ante mí, silenciosa y pacífica... La habitación 001.
Avancé hacía delante, donde se desdibujaba el salón entre las luces que entraban insinuantes por las ventanas de la pared que tenía en frente y las motas de polvo se deslizaban tranquilas en el aire, sin el más mínimo ruido.
A la derecha de la puerta de entrada, un poco más hacia delante, se encontraba otra puerta mucho menos imponente que esta. Eché un vistazo al interior y descubrí una especia de cuarto dedicado a la limpieza. En una esquina se apilaba una plancha para la ropa y su respectiva tabla, al otro lado, una lavadora que ocupaba media habitación, pues era bastante pequeña, y sobre la pared, una estantería con varias botellas, la mayoría de productos como lejías y suavizantes.
Cerré la puerta del habitáculo para volver a encontrarme en la entrada de mi habitación. Esta vez seguí caminando hacia delante.
Llegué al salón que se encontraba a unos pasos de distancia y escruté mi alrededor. En medio de este había una mesa bastante grande de color madera, rodeada de un sofá y una pequeña butaca, ambas blancas. Junto al sofá y en una esquina, se apoyaba un pequeño mueble con una lamparita pequeña encima.
Mirando hacia la puerta de la entrada, también estaba la cocina, a la derecha del cuarto dedicado a la limpieza. La cocina compartía el espacio del salón, que era bastante amplio, constituida por una barra para cocinar y una encimera donde yacía el fregadero y la nevera. También se agrupaban bastantes muebles en los que, posiblemente, ocultasen los platos, vasos y cubiertos.
A otro lado del salón, en otra esquina y junto a las ventanas que iluminaban torpemente la sala y por las que podían observarse los apartamentos del otro lado de la calle, observé una estantería repleta de libros escritos en francés y mesita con otra lampara y un teléfono con unos años de edad, al igual que la televisión que descansaba sobre otra pequeña mesa un poco más a la derecha, frente al sofá.
- Uhm... acogedora, supongo. - Suspiré dejando la maleta y la llave de la habitación sobre la mesa. Me quité la chaqueta, doblándola y dejándola sobre el respaldo de la butaca.
Me dirigí a un pasillo que se extendía a la derecha de la televisión, era estrecho y no muy largo, en él solo cabría una persona.
El pasillo desembocaba en dos puertas a ambos lados, derecha e izquierda.
Abrí la de la izquierda y me encontré en el cuarto de baño. Espejo, lavabo, ducha, bañera y un mueble pequeño para guardar un par de cosas. No estaba mal, de hecho, estaba impecable.
La puerta de la izquierda conducía al dormitorio de la habitación. Era bastante grande, decorado con algunos cuadros de paisajes y monumentos y de una sola cama, también enorme.
En la pared de la izquierda de la cama, se encontraba un armario cerrado y en la pared derecha, un par de ventanas con las persianas medio bajadas.
Frente a la cama, una mesa con un reloj muy antiguo indicaba que eran las 7 de la mañana. Además, en la mesa se agrupaban folios de papel, un lapicero con dos bolígrafos y un flexo medio oxidado.
En definitiva, la habitación era acogedora, tranquila... pero a la vez extraña. En ella se respiraba un ambiente antiguo, como arrancado de un pasado remoto en el tiempo. Como de otra realidad.
Decidí apartar esas ideas de mi cabeza, posiblemente se debieran al cansancio del viaje.
Me desapreté la corbata y me tiré en la cama. No sé si fue por el cansancio, por la hora, o por la luz que entraba por las ventanas, insuante, pero el sueño me arrastró a dormir durante muchísimo tiempo en aquella habitación.